En sus últimos días, uno de sus discípulos, revela su alma de santo: “sintiendo aproximarse su fin, miltiplicó sus limosnas con tal profusión que durante los últimos meses de su vida se vio acudir a él, de todos lados, una muchedumbre de pobres desde el amanecer hasta el anochecer. Algunos días antes de su muerte llamó a dos obispos, Juan y Eparquio, fue con ellos a la Iglesia,seguido de su clero y del pueblo. En medio del coro, uno de los obispos puso sobre él un cilicio, y el otro ceniza. Isidoro, levantando las manos al cielo, oró, se encomendó a las oraciones de los asistentes, en alta voz pidió perdón de sus pecados; luego recibió de manos de los obispos el Cuerpo y la Sangre de Cristo; en fin, les perdonó a sus deudores sus obligaciones, y distribuyó entre los pobres todo el dinero que le quedaba. De retorno en su casa, expiró apaciblemente el 4 de abril de 636 (Cellier, Histoire générale des auteurs sacrés et ecclésiastiques).
Después de su muerte, en el Concilio de Toledo de 688 se declaró Doctor de la Iglesia. En 1603 sus restos mortales fueron trasladados desde Sevilla a León donde reposan en la Basilica de San Isidoro
El Papa Gregorio Xlll aprobó la celebración en su honor, en la diócesis de Sevilla, de la Misa y del oficio de los Doctores, culto que el Papa Inocencio Xlll, a su vez, extendió a la Iglesia universal (25 de abril de l722).
No hay comentarios:
Publicar un comentario